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9/11/14
La guerra espiritual
¿Te preguntas por qué es tan difícil encontrar un poco de paz
interior? Pues bien, la paz no llega con facilidad cuando uno vive en
una zona de guerra. Y te guste o no, estás en guerra - una guerra muy
grave de proporciones cósmicas. Dios, los seres humanos, ángeles,
demonios, principados, poderes, naciones y anticristos están
involucrados.
¿Y sabes dónde está el frente de batalla? En tu cabeza.
Así es como Pablo lo describe en 2 Corintios 10:3-5
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. Porque las
armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para
la destrucción de fortalezas. Derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo.
¿Cuáles son las fortalezas satánicas que encarcelan espiritualmente a
personas, las fortalezas que buscamos destruir? Los argumentos y
opiniones. ¿Dónde se está librando la batalla? En nuestros pensamientos.
Y los argumentos no son meras fortalezas, son armas de
destrucción masiva. Adán y Eva (y todos nosotros con ellos) cayeron a
causa de un argumento. Creyeron el argumento de la serpiente y dejaron
de creer a Dios.
Esa es la esencia mortal del pecado: no creer a Dios. No creer a
Dios es aliarse con Satanás, de quien Jesús dijo: "ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad...porque es
mentiroso y padre de mentira" (Juan 8:44).
No quieres tenerle a Satanás como un aliado. Él es traicionero. Busca asesinarte con mentiras.
Cuida tus emociones. Son señales de argumentos. Tus emociones, que te
pueden invadir como impresiones vagas o estados de ánimo, son por lo
general las respuestas a algún argumento. Los estados de ánimo no salen
de la nada. Cuando nos sentimos enojados, desanimados, deprimidos,
ansiosos, temerosos, irritables o sentimos lástima por nosotros mismos,
es probable que estemos creyendo algo muy específico.
Luchar contra el pecado es luchar contra la incredulidad - es
decir, destruir argumentos. Y para luchar contra la incredulidad con
eficacia, debemos convertir las dudas y las tentaciones en argumentos
específicos. ¿Qué es, específicamente, lo que se nos afirma y se
promete? Sólo entonces podremos destruir los argumentos falsos de parte
del enemigo con los verdaderos.
La victoria que vence al mundo es nuestra fe (1 Juan 5:4). Esta es
precisamente la razón por la cual el diablo no quiere que pensemos con
claridad acerca del pecado. Quiere mantener las cosas vagas a fin de
encarcelarnos y desarmarnos. Pero Jesús quiere que pensemos con
claridad. Quiere que conozcamos la verdad, porque la verdad brinda
libertad:
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. (Juan
8:31-32)
Así pues, en calidad de luchadores por la libertad, luchemos contra
los corazones incrédulos exhortándonos unos a otros todos los días
(Hebreos 3: 12-13) a vivir en libertad y en la paz (Juan 16:33) - de
la verdad.
Porque nuestras batallas más importantes se ganan y se pierden mediante argumentos.
Por Jon Bloom.
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