Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final sino más bien el comienzo.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa, necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas en cada día tengan más vida, y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Vive tu vida sin temor No temas que al final siempre está Dios, que te ama.
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