Oh Querido Dios,
hoy sentí el poderío de mi enojo.
Sigo estando aprisionado por sentimientos violentos y hostiles
hacia la gente que no ha hecho lo que me ha prometido, y,
en mi mente, sigo creando discursos airados y reproches vengativos.
Aunque sigo tratando de dirigirme hacia ti,
no encuentro ninguna forma de salir de estos sentimentos.
Constantemente me encuentro en el centro de mi ira
y no puedo hacer otra cosa que presentarte mi furia.
Tomé conciencia de cómo mi ira reveló el grado hasta el cual
todavía pertenezco a este mundo
y a sus promesas y recompensas.
Incluso me di cuenta de que no hay proporción entre mi disturbio interior
y los incidentes externos que lo disparan.
Pero no puede deshacerme de mi enojo.
Me humillo ante ti, Señor,
consciente de cuánto dependo de tu gracia,
para llegar a la mansedumbre y a la gentileza de corazón que deseo.
Ahora me siento más calmo,
especialmente después de escribir algunos de mis sentimientos
de enojo.
Pero, Señor, no me pongas a prueba muy a menudo.
Quiero sentir menos enojo y más tu dulzura y amor.
Dame paz para mi corazón. Amén.
Cuanta falta me hace el controlar mis emociones Padre Santìsimo, dependo de tu Gracia Señor, eres Tù mi Rey el que toma el control de mi mente, mis emociones y pensamientos, no permitas Padre que el sol se ponga sobre mis ojos, guìame siempre Señor y guarda mi mente y mi corazòn en perfecta paz y perfecto gozo, a ti sea la Gloria la Honra y el Poder por los siglos de los siglos Amèn
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